- El árbol de Navidad, más que un adorno, es un símbolo universal de esperanza, unión y renovación, capaz de conectar culturas y generaciones
Orígenes paganos
Los pueblos germánicos y celtas veneraban árboles perennes como el abeto durante el solsticio de invierno, símbolo de vida eterna en medio del frío.
Se decoraban con frutas, nueces y velas para atraer buena fortuna y alejar la oscuridad.
En la mitología nórdica, el Yggdrasil era el “árbol del mundo”, reflejo de conexión entre lo humano y lo divino.
Cristianización
En el siglo VIII, San Bonifacio sustituyó un roble sagrado por un abeto, señalando que su forma apuntaba al cielo y sus agujas evocaban la Trinidad.
En la Edad Media, el árbol se vinculó al Paraíso y se decoraba con manzanas rojas, símbolo del pecado original.
En el siglo XVI, en Estrasburgo (Alemania), surgió el Christbaum, adornado con velas y dulces.
Expansión moderna
En 1848, un grabado de la familia real británica con su árbol navideño difundió la tradición por Europa y América.
Los inmigrantes alemanes llevaron la costumbre a Estados Unidos, donde se consolidó en el siglo XIX.
Con la electricidad, las velas fueron reemplazadas por luces, y el árbol se convirtió en símbolo nacional en la Casa Blanca.
Significado de los adornos
Estrella en la punta: la estrella de Belén, guía hacia Jesús.
Luces: antes velas, representan la luz espiritual y la esperanza.
Esferas: derivadas de las manzanas, hoy cada color tiene un sentido (rojo = amor, dorado = prosperidad, verde = esperanza).
Guirnaldas y moños: unión y continuidad.
Tradición global
En Alemania aún se prefieren árboles naturales, mientras que en Reino Unido y EE.UU. predominan los artificiales.
En Japón, se adoptó como símbolo comercial sin connotación religiosa.
En Latinoamérica, se fusiona con piñatas y luces.
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